15 noviembre 2011

Crítica: Verbo

Soy una persona que tiene 24 años y que empieza a vislumbrar los 25 allí en el horizonte. Con esto quiero decir que no hace tanto tiempo que dejé de ser un adolescente, siete u ocho años más o menos. Como adolescente, todos hemos tenido nuestros actos de los que nos sentimos avergonzados. En mi caso era ver series como Al salir de clase, donde los adultos se disfrazaban de jovencitos y contaban sus vivencias en un instituto en el que pasaba de todo. Bueno, pues esta serie es lo primero que se me pasó por la cabeza al ver la ópera prima de Eduardo Chapero-Jackson: Verbo.


El director madrileño venía respaldado por su trilogía de cortos, A contraluz. En sus trabajos, dejaba una estampa muy personal, con historias muy oscuras y muy psicológicas, acompañado siempre de unas actuaciones a la altura. Él fue uno de los descubridores de Macarena Gómez a nivel nacional, y ahora pretende hacer lo mismo con Alba García. La diferencia es la buena acogida que tuvo el corto con Macarena a la que ha tenido Verbo.

La película cuanta con un handicap enorme: su público objetivo. Entre el público adolescente su calado puede ser bastante amplio, ya que cuenta con los mensajes que a esa edad se buscan. Cuenta con su ración de rebeldía, de incomprensión, de conflicto con los padres, de problemas en clase... de todo un poco para que los quinceañeros se sientan identificados. Y si eso no funciona, se guardan un doble as en la manga.

Para los que seguían sin caer en los encantos de esta película, ahí entra Miguel Ángel Silvestre junto a Victor Clavijo, Macarena Gómez y Verónica Echegui. Si estas caras no fueran suficientes, imaginadlas soltando rimas cual Dj Kun en sus tiempos mozos. Con todo esto, ¿qué adolescente no saldría encantado de la película?

¿Hola? ¡La gente aún no se ha ido de la sala! 
Parece que estoy poniendo la película por las nubes, ¿verdad? Pues no. No puedo llegar a entender que con el potencial que tiene Chapero-Jackson, pueda llegar a hacer esto. No hay que malinterpretar, ya que viendo la película reconoces la marca del director... pero está adulterada. Más bien está rebajada. Normalmente, una película del madrileño es como tomarte un trago de vozka, y Verbo es como tomarte un Malibú con piña.

La cinta no deja de ser una revisión bastante libre de Don Quijote, donde la protagonista esta vez es Dulcinea que busca a su caballero. El planteamiento podría estar bien, pero al ser tan extremadamente quinceañero, hace que quede muy limitado. La impronta de Chapero-Jackson se intuye más que se ve, y quizás para su primer largometraje, se ha quedado algo encasillado en algo que no es para nada su estilo de cine.

No es su estilo en referencia al cine fácil adolescente. Ese Chapero-Jackson que juega con el comportamiento humano se puede ver en la película, pero no es el mismo tipo de juego que utilizó por ejemplo en Contracuerpo donde Macarena Gómez se metió dentro de un maniquí. Aquí se busca entrar en lo más oscuro de un quinceañero, en su búsqueda de una identidad propia y en lo inexplicable que parecen las acciones de los adultos, todo esto con la ayuda de un submundo que le ayudará la protagonista a vivir, ya que está a punto de suicidarse.

Como hubiera mejorado esto si en ese momento sacaran los tazos y se pusieran a jugar...
Eso sí, Alba García, la apuesta de futuro del director, está muy bien. Absolutamente todo el peso de la película recae sobre ella y cumple las expectativas. Queda la duda de si habrá hecho el papel de su vida o es una firme candidata a estrella nacional. Verbo (el nombre la protagonista liberada, no el nombre de la película) recuerda mucho a la Juani, con la diferencia de que Bigas Luna proyecto a su protagonista a un público más 'choni' y Chapero-Jackson hacia uno más hiphopero y emo.

LO MEJOR: La potencionalidad. Sabemos que en el director hay mucho futuro, aunque no haya empezado con buen pie, y Alba García también tiene una senda que parece que le lleva al éxito. Esperemos que los dos caminos no se pierdan.
LO PEOR: Ese “momento hip-hop” en una especie de montaña rusa donde los protagonistas se circulan gracias a una especie de patines futuristas. En ese momento es cuando uno se plantea salir de la sala de cine.
NOTA: IMDB: 5. Filmaffinity: 4,7. PyP: 4. Me da mucha pena suspender una película de Chapero-Jackson, pero no me queda otra. Una estética muy bonita, como era de esperar de él, pero no convence. Quizás si tuviera diez años menos saldría del cine alucinando con lo que he visto... pero así no.  


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05 noviembre 2011

Crítica: La voz dormida

Si hay un tema explotado en España en los últimos años cinematográficamente hablando, es sin duda la Guerra Civil y su posguerra. Benito Zambrano ha optado por adaptar el exitoso libro de Dulce Chacón, La voz dormida, un título ya encumbrado y con el que guiarse en su primera incursión en este tema. Esto es jugar con un arma de doble filo, ya que una mala adpatación podría haberle estrellado, pero no ha sido para nada eso. La película es como es, pero gracias a María León merece la pena verla. Ha pasado de ser “la hermana de”, a una actriz con nombre y apellidos.


Zambrano es un director que masca mucho las cosas antes de grabar. Ha llevado a cabo tres películas: Solas en 1999, Habana Blues en 2005 y La voz dormida en 2011. Eso se nota, y es que cada producción tiene un poco de Zambrano en ella. No se mata por sacar película por año, sino que prefiere cuidar su producto y elegir bien lo que le llega. Con esta manera de actuar, dudo que se equivoque en algún trabajo.

La historia es muy simple, y esa es una de las cosas en las que flojea la cinta. Hortensia (Inma Cuesta) es encarcelada en una prisión para mujeres por pertenecer al Partido Comunista. Ella está embarazada y tiene la esperanza de librarse de la pena de muerte por esa circunstancia. Su hermana Pepita (María León) va desde Córdoba a Madrid para intentar ayudarla en lo que fuera y es contratada de sirvienta en una casa de postín.

Empiezan después a mezclarse apariciones del marido de Hortensia (Daniel Holguín) y sus movimientos de guerrilla junto a su compañero Paulino (Marc Clotet), interesado en ennoviarse con Pepita. En definitiva, se ve una clara situación de desesperación ante la imposibilidad de Pepita por librar de su pena a su hermana, que se quedará sin cuidar a su hija, tras intentar librarse de la condena de todas las maneras posibles. Eso Pepita, porque Hortensia se niega a renunciar a sus ideales.

María León llena la pantalla, pero esta foto la llena la mujer de la derecha... 
María León está impresionante toda la película. Nunca he sido mucho de esta actriz, no me parecía natural actuando, pero gracias a esta cinta se ha revindicado. También es cierto que el papel se ceñía perfectamente al registro que la actriz sevillana puede ofrecer, pero no le quita ningún mérito a un papel que huele a Goya desde que la ves diez minutos. Hay algo muy destacable de esta actriz en esta película concretamente (en sus demás apariciones no tanto, la verdad) y es que te hace sentir orgulloso de tener acento andaluz. Bravo por ella.

Otra que borda un acento andaluz muy natural es Inma Cuesta, algo difícil de comprender cuando ella es valenciana. Cuando digo en estos dos casos que uno se siente orgulloso es cuando después de ver acentos como el de la Juani en Médico de Familia, o de propios andaluces que fuerzan su acento para hacerlo más pronunciado, uno sentía vergüenza ajena. Esta película, y seguro que muy trabajado por Zambrano, hace que salga todo natural, pues si las protagonistas son andaluzas, no se debe ni exagerar ni ocultar el acento, sino hablarlo como se habla.

En las dos últimas películas que he visto salía Inma Cuesta... al final me paso a Águila Roja
Eso sí, no hay dejar de decir, que pese a ser un tema manido, esta es una historia que te llega al corazón. Ver a las dos hermanas separadas por las rejas, apenas escuchándose y hablándose a gritos, hace que hasta al más duro se le ablande el corazón. Zambrano sabe tocar la fibra sensible como ya lo hizo en Solas, y aquí vuelve a dar una lección de sensibilidad. Maneja a la perfección los elementos para que durante toda la película se te forme un nudo en el estómago.

Al final, piensas que pese a estar bien, no es para que fuera a los Oscars. Al igual que Pa negre, no cuenta una historia que a los norteamericanos los llegue, y por lo menos en mi caso, se evidencia más la pena por La piel que hábito, una posibilidad muy real de premio a mejor película de habla no inglesa.

LO MEJOR: Una espectacular María León que se quita el sambenito de ser la hermana de Paco, con un papel que no es cómico (al que está ligado su hermano), y que seguramente sea digno de Goya.
LO PEOR: El tema tan manido de la Guerra Civil. Se hace ya muy repetitivo tanta matraca de fachas y rojos... es un estigma que el cine español arrastra, y que esperemos algún día supere.
NOTA: IMDB: 5,8. Filmaffinity: 7,1. PyP: 6. No llega al nivel de la novela de Dulce Chacón, pero es una obra digna de ver. Los amantes de las películas de posguerra disfrutarán muchísimo, y sobre todo, saldrán con un nudo en el estómago. La historia llega muy dentro, pese a ser previsible y repetitiva en la temática.



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