11 noviembre 2010

Caroline Wozniacki, ¿la esperanza del tenis femenino?

El tenis es un deporte que está de moda. Parte de culpa la tienen nuestros tenistas, que viven un momento espectacular, con el mejor deportista español de la historia, Nadal, y secundado por Verdasco, Ferrer, Feliciano, Almagro, y las promesas como Montañés o Gimeno-Traver, que dentro de poco engrosarán la lista de españoles en el Top Ten de los mejores tenistas. Pero en esta lista de vemos que faltan mujeres. Y es que el tenis femenino es España hace tiempo que está de capa caída, salvo alguna aparición como Anabel Medina o Virginia Ruano, y eso hace ya bastante. Los años dorados pasaron con Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez.

Esta situación no es exclusiva de España. El tenis femenino en general vive horas bajas, y como muestra es que hasta hace unas semanas, Serena Williams lideraba la WTA sin hacer prácticamente nada. Desde que Martina Hingis encabezaba esta clasificación, ninguna tenista ha sido capaz de imponer su hegemonía. Esto puede ser síntoma de dos cosas: de una gran igualdad o de un nivel muy bajo de juego. ¿Cuál de las dos creéis que es?

Desde que la suiza abandonó el número uno el 14 de octubre del 2001 en detrimento de su más aferrima rival, Lindsay Davenport, una ristra enorme de tenistas han pasado por este puesto: Jennifer Capriati, Venus y Serena Williams, Kim Clijsters, Justine Henin, Amèlie Mauresmo, Maria Sharapova, Ana Ivanovic, Jelena Jankovic, Dinara Safina y por último, la danesa Caroline Wozniacki. Once tenistas en nueve años. Esto demuestra que el liderato no es muy definido, y las únicas que están o han estado enganchadas en la cabeza de la tabla durante un tiempo considerable, han sido Henin, Cljisters y Davenport.

Martina Hingis fue durante mucho tiempo el referente del tenis femenino
En comparación con lo que sucede en el ranking masculino, desde la misma fecha, han tenido ocho, pero con la diferencia que desde 2004, solo ha habido dos. Antes de ese año, pasaron Gustavo Kuerten, Lleyton Hewitt, Andre Agassi, Marat Safin, Juan Carlos Ferrero y Andy Roddick por el número uno. En este tiempo, se notó  la gran bajada de nivel en el juego, ya que estos tenistas no aguantaron en el Top Ten mucho tiempo, salvo Andy Roddick que aún permanece. Pero en 2004 apareció Roger Federer y en 2008 Nadal, protagonizando unos duelos míticos, muy bien secundados con enfrentamientos con Djokovic (que si hubiera aparecido en la primera mitad de esta década hubiera arrasado), Andy Murray o incluso Nalbandian.

En la WTA, duelos así no se pueden ver desde los Hingis vs Davenport, y es una pena porque todos tenemos en mente a Arantxa Sánchez Vicario, Steffi Graff y Monica Seles luchando por ese número uno. La esperanza del tenis femenino está depositada en Caroline Wozniacki, una danesa de 20 años que este año ha explotado ganando seis títulos: Florida, Copenhague, Montreal, New Haven, Tokyo y Pekín; además de disputar las finales de Doha e Indian Wells. Por detrás viene Vera Zvonareva, una rusa de 26 años, que aunque quizás ha alcanzado su mejor forma a una edad tardía, es quien más espectáculo ha dado en sus duelos con Wozniacki. Esto, unido al tercer resurgir de Clijsters y al poder de las Williams hace presagiar que por lo menos los próximos años, veremos buen tenis.

Una de las razones por las que el número uno no ha conseguido consolidarse en los últimos años es por lo que yo he llamado el 'Efecto Feliciano' o bien en el caso femenino se podría llamar el 'Efecto Kournikova'. Feliciano López es un tenista de una gran calidad, pero que juega para vivir y no vive para jugar. Las fiestas, las fotos como modelo (a las que también se ha pasado Verdasco hace poco, otro que sigue su ejemplo) y la vida de famoso le gusta más que entrenar duramente para ser el mejor. Kournikova no llegó a ganar ningún título individual pero era la tenista con más ganancias de todo el circuito. En el tenis femenino tenemos dos claros ejemplos de ello, aunque más parecidos al caso de Feliciano por la calidad de su juego: Maria Sharapova y Ana Ivanovic.

Ivanovic (izquierda) y Sharapova (derecha) se vieron las caras en la final del Open de Australia
Maria Sharapova tenía un potencial increíble. En 2004, con tan solo 17 años, ganó su primer torneo de Grand Slam en Wimbledon ante toda una Serena Williams. Un año después, ya alcanzó el número uno del mundo, donde permaneció 17 semanas. Nunca se pudo aferrar a esta posición, pero claro, era todavía muy joven como para poder exigirle tal logro. Las lesiones, las sesiones de fotos y los patrocinios le apartaban del brillante juego que había realizado en años anteriores. De ese número uno que alcanzó con 18 años, ha bajado a la decimoctava posición. Bien es cierto que todavía tiene 23 años, pero su hombro no deja de darle problemas. Confío en que sea capaz de dar un último ataque a la cabeza mundial, pero mucho me temo que Sharapova será siempre recordada por ser la tenista de los gritos.

Otro caso parecido es el de Ana Ivanovic. De la misma edad que Sharapova, ganó su primer torneo con 18 años en Camberra y su subida en la WTA fue meteórica. En 2008 alcanzó el número uno, año en el que ganó Indian Wells, Roland Garros y Linz, además de quedar finalista en el Open de Australia. Después de Roland Garros, donde alcanzó el número uno, empezó con el calvario de lesiones que no la ha abandonado desde entonces, situándola actualmente en la decimoséptima posición. Ivanovic, al igual que Sharapova, será recordada finalmente más por su físico que por su juego, siempre muy agresivo e impresionante, y es que aunque ella no lo reconozca, tanta sesión de fotos y tanto compromiso sufriendo tantas lesiones, acaba pasando factura.

Caroline Wozniacki es la actual número uno del mundo y la esperanza del tenis femenino
Wozniacki acaba de llegar al estrellato. Me preocupa que las primeras noticias importantes de ella empezaran por su vestido. Ojala esta tenista tenga suerte con las lesiones, y su vida paralela al tenis como figura publicitaria no le afecte tanto como a Sharapova o Ivanovic. Wozniacki tiene pinta de ser muy buena tenista, y puede que la competitividad en el tenis femenino en los próximos años dependa de ella.

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