Ayer se celebró la gala de los premios Goya, en donde había dos claros protagonistas: la ministra de Cultura, Gónzalez-Sinde, y el actual presidente de la Academia, Álex de la Iglesia. La ley aprobada la pasada semana en el Senado para controlar la piratería, y la consecuente dimisión de De la Iglesia acaparaban todos los focos desde el principio, cuando miembros de Anonimous se manifestaban en la entrada al Teatro Real.
Esta situación hacía que el ambiente estuviera enrarecido. La Academía está dividida con respecto a la salida de su presidente. Y la tensión se podía cortar en el ambiente. Hasta Buenafuente, presentador de la gala, empezó nervioso y duditativo ante el panorama que se le venía encima. Esto duró hasta que salió Álex de la Iglesia a dar el discurso anual que su cargo conlleva, su último acto como presidente. Y ahí se acabó la tensión.
Fue un discurso magnífico. Expresó todo lo que sentía. "Puede parecer que llegamos a este día separados, con puntos de vista diferentes en temas fundamentales. Es el resultado de la lucha de cada uno por sus convicciones. Y nada más. Porque en realidad, todos estamos en lo mismo, que es la defensa del cine". Con esas palabras, De la Iglesia explicaba su salida de la presidencia, cediendo el sitio, probablemente, a la vicepresidenta Icíar Bollaín.
Sinde y De la Iglesia entraron del brazo en el Teatro Real, pero con ideas totalmente opuestas |
Pero hablemos estrictamente de la gala y no de su lectura política-institucional. Buenafuente fue el maestro de ceremonias; el mejor que actualmente se puede tener. El acto no fue gran cosa, para que engañarnos, pero viendo como eran las anteriores ceremonias, es un buen salto de calidad. Además, ahora las galas se enfrentan al reto de hacerlas sin pausa, sin publicidad alguna. Se pudo hacer pesada quizás en algunos discursos, pero eso es imposible de controlar. Recordemos la experiencia de bajar el micrófono. Una vergüenza total.
La película que salió triunfadora de la noche fue la catalana Pa negre. Consiguió nueve "cabezones", incluidos los de mejor actriz principal (Nora Navas), mejor película, mejor director (Agustí Villaronga) y mejores actor y actriz revelación (Francesc Colomer y Marina Comas). Tras la película ganadora, se situaron los tres Goyas de También la lluvía y Buried (la cual nadie fue capaz de pronunciar bien). La cinta de Icíar Bollaín conquistó las estatuillas correspondientes a mejor actor de reparto (Karra Elejalde), mejor música original (Alberto Iglesias, como no) y mejor dirección de producción (Cristina Zumárraga).
Foto de familia con todos los premiados |
Si había una categoría que estaba realmente pareja era la de mejor actor principal. Cuatro actorazos en cuatro papeles estupendos se peleaban por el premio. Antonio de la Torre por Balada triste de trompeta, Javier Bárdem por Biutiful, Ryan Reynolds por Buried y Luis Tosar por También la lluvía. Finalmente ganó Bardém, quizás pesando más su nominación al Oscar que en su actuación. En mi opinión ese premio debería haber ido para De la Torre, pero se actuó con coherencia.
Lo que no tiene coherencia es mandar a los Oscar como representante de España a También la lluvia pero después premiar a Pa negre. Si tan buena es... ¿Por qué no mandaron la cinta catalana a los Oscar? También la lluvia no paso el corte... ¿Pa negre lo hubiera conseguido? Hay veces que la forma de actuar del cine español deja mucho que desear...
Así pasó la vigesimo quinta gala del cine español. Y como veis no he hablado de Jimmy Jump. Comparto la opinión de Buenafuente, que le llamó imbécil. Y de imbéciles no hablo en este blog.
Os dejo con el discurso de Álex de la Iglesia. Un resquicio de esperanza y cordura dentro de una Academia estacanda en el pasado:
EDIT: Añado a esta entrada la elaborada por mi compañera Miss Bag. Si os gusta la moda, disfrutad de lo que cuenta en su página El blog de Miss Bag
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